miércoles, 7 de diciembre de 2011

nebula capitalis




La bruma se abate sobre la noche que devora Madrid. Hace un frío húmedo que cala dentro mientras caminas deprisa por las calles casi vacías. Aún así, medio engullida por esta ceguera temporal, la ciudad te parece fea y poco sugerente; una percepción subjetiva, condicionada por tantas rutinas y tan pocas audacias. Puede que sea sólo el barrio, y que en otra zona más al norte y más vieja haya calles que no conozcas, portales que te sorprendan o rincones junto a una plaza pequeña y escondida que te transporten a Alfama o incluso al Sacré-Coeur con sus escaleras sin fin y las barandas de hierro forjado... Te resulta difícil creer que esta ciudad tan previsible guarde rincones inexplorados que contengan vivencias de gente que la amó y la soñó y construyó con dedicación.  Fachadas, balaustradas, arcos, pasajes o escalinatas que harían de ella otra que hoy no es.